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¡Sorpréndeme!
Carlos Magno
Biografía no autorizada
26 de Diciembre, 2010    Capítulo I: Entorno y Nacimiento

Capítulo I: Entorno y Nacimiento

Promediaba el octavo siglo en Europa y estaba por concluir la dinastía Merovingia bajo el reino de Dagoberto I. El último de los reyes holgazanes estaba siendo apartado por una familia con sed de poder, los Carolingios. Una Europa plagada de conflictos bélicos y religiosos era invadida por la amenaza musulmana. 1200 años faltarían como para que este territorio acariciara la paz.

 

Pipino (llamado El Breve) se hace coronar rey Franco para iniciar así un período de conquistas y un resurgimiento de la cultura y arte latinas. Se desposa con Bertrada de Laon, llamada la del pie grande (por tener llamativamente un pie más grande que el otro).

 

De esta unión nace, en el 742, Carlos I que se consagrará como el gran emperador occidental. Colosales ocupaciones y feroces invasiones en nombre del Reino Franco y con grandes ganancias para el clero, harán que este rudo guerrero lo denominaran Carlos El Grande o Carlomagno.

 

Mientras tanto, la plebe se debatía entre la supervivencia de muchos y las opulencias de pocos. Entre ambos polos se encontraban los artesanos, un pequeño grupo que hoy llamaríamos la clase media. Estas personas no peleaban por la estabilidad cotidiana del alimento pero tampoco podían darse demasiados lujos. Entre ellos se encontraba un mozo descendiente de una familia de herreros con gran influencia sobre los pobladores de Herstal (ciudad belga situada sobre el río Mosa, un suburbio de Lieja ciudad natal del rey Pipino y su hijo Carlomagno). Él era el resultado de una sabia transferencia del oficio de generación en generación.

 

Esteban Magno era un joven apuesto, fornido, virtuoso en el arte de la fragua pero sobre todo muy hábil para conectarse con las familias de poder y recibir siempre pedidos. El mancebo conoce a Ana Lisa, una delicada y encantadora doncella de rizos dorados como las estrellas, ojos verdes de arrebatadora transparencia y de piel fresca como la hierba. Proveniente de la familia Meltrozo, también por sus venas corría conocimientos artesanos pero su casta era especialista en madera y sogas.

 

Ambos jóvenes, y después de un romance de varios meses, deciden iniciar una vida juntos conviviendo en la modesta posada de él.

 

En algún momento de sus vidas unirían ambos conocimientos manuales para diseñar un proyecto de máquina que jamás llegarían a concretar. Este dato no es menor porque a pesar que durante cientos de años se pierde la ruta de estos papeles, se descubrió que en algún momento cayeron en manos de inescrupulosos descendientes para luego transformarse en la mayor familia proveedora de armamentos por contrabando.

 

El flamante matrimonio recibió su primer fruto del amor y lo llamaron Uriel por su significado, Luz de Dios. El niño era la unión exacta de sus progenitores. Poseía la belleza de su madre y la fortaleza de su padre. Después se podrá ver que también contaba con la suma de ambos talentos. Dotado de una inteligencia prodigiosa, Uriel será la persona que continuará fecundamente el oficio de sus padres.

 

La familia Magno gozaba de estabilidad laboral, su negocio no dejaba de evolucionar por la demanda que debía satisfacer a tanta guerra. Esteban había finalizado refacciones para transformar su vivienda en una de las más bellas de la comarca de Herstal.

En el seno familiar era todo felicidad con el pequeño Uriel correteando entre las faldas de su madre.

 

En el 742 Ana Lisa quedó nuevamente embarazada y albergó entre sus brazos a su segundo hijo, Carlos. Este niño no fue lo esperado. Como para empezar su nombre no poseía significado alguno por esos tiempos y, sin la belleza de su madre, ya desde los primeros días de vida fue muy débil. A diferencia de su hermano, no iba a poseer ningún talento y mucho menos inteligencia. Sin importar, sus padres lo amaron y nunca hicieron diferencias entre ellos.

La foto pertenece a una obra realizada en el año 742 por el artista italiano Vittorio Cucurullo (701 - 782 d.C.). Pintor adelantado a su época, utillizaba el pincel con maestría realista. Aquí, en Carlos Magno, denomina la obra " Ritratto di un pasticcio" o "Retrato de una porquería" en el cual combina temple y estiercol de manera magistral.

 

Nacido en el séptimo mes, las curanderas recomendaron a sus padres llevar a Carlos a asadores giratorios para su maduración final. Así lo tuvieron cerca de 30 días y solo detenían la maquina 2 veces por jornada para alimentarlo.

 

Otro detalle significativo fue que no se le cortó el cordón umbilical y más adelante se verá como el niño lo utilizaba en una suerte de cinturón hasta los 5 años. Al principio los animales domésticos de la posada jugaban con el colgajo hasta que lentamente fueron dejándolo de hacer por su olor pestilente que los adormecía.

 

Las supersticiones, brujerías y maleficios eran moneda común y los familiares y amigos comenzaron a refugiarse en estas cosas para encontrar explicaciones, algo más lógicas, a semejante irregularidad natural que proporcionaba la criatura.

 

No se sabe a ciencia cierta que es lo que sucedió pero existen escritos acerca de las habladurías de la época. Se comentaba por entonces que la pareja había concebido al pequeño Carlos encima de la fragua y que los vapores tóxicos habían sido aspirados por Ana Lisa. Algunos amigos se aferraron al comentario del cinturón de castidad. Se cuenta que Esteban Magno, muy ebrio, había perdido la llave del candado y, frente a la imposibilidad de mantener relaciones, intentó retirar el cinturón a fuerza de mazo y cincel.

 

La abuela paterna era la más cruel y creía en una brujería. Ella colgó una herradura del marco de la puerta en la casa de su hijo para que cayera sobre el crío y así deshacerse del maleficio. Resulta que un día la herradura cayó pero esto es una anécdota que será desarrollada en otro capítulo. Así comenzó entonces la tradición de este elemento como protección y que llegó hasta estos días.

 

El abuelo materno era menos inhumano pero también creía en el maleficio. En el siglo VIII se confiaba que arrojar pan al piso liberaba de males. Así comenzó la costumbre que el pequeño Carlitos tomará como hábito, alimentarse en el piso.

 

Veremos más adelante que estos y otros episodios no harán otra cosa que marcar decisivamente su vida. Carlos Magno entonces comenzará así una larga historia de errores, torpezas e ineptitudes que trascendieron lo suficiente como para que haya documentación y pruebas de estos hechos.

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publicado por guillermoderosa a las 21:10 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
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